Antes lo
esperaba, no porque lo necesitará, no. Lo
esperaba porque decían que llegaría, solo por
eso. Más creo que el amor que deambulaba por mi
barrio era un travieso, pues esperaba a que
saliera para tocar a la puerta.
Algunas tardes de delicioso ocio, me siento a
sentir el viento, veo juguetear a las aves
canoras y las veo devorar mariposas. Colorida
comida la de estas aves, que haciendo honor a la
vida, emiten cantos felices a la muerte de las
mariposas.
Lepidópteras que fueron amarillas, verdes,
azules, de alas multicolores, pero que ya no
son. Mariposas, cual arcoíris al viento,
mariposas que ya no vuelan Y de ellas, solo
queda su recuerdo, en el canto de las aves.
Así, el amor a veces devora a los amantes y
luego hace canticos, de romances, de llantos e
idilios y hasta de muertes por amor. Por ello,
agradecí el desaire de esos ridículos cupidos de
saetas venenosas, cargadas... de doloroso amor.
Arturo Ruiz. Verano del 2022, Ensenada, BC. |