06 de junio de 2025
AURORA DE LOS PUEBLOS: Cómo se forma el encierro

Artículo 2: Cómo se forma el encierro
Del descanso legítimo a la rutina de la evasión
Por Aurora de los Pueblos
Nadie se convierte en prisionero del sofá de un día para otro. El
encierro es una obra maestra de la costumbre. Comienza con una pausa
legítima: un descanso merecido, una recuperación necesaria. Pero si no
hay un propósito que aguarde fuera del sofá, esa pausa se convierte en
rutina, y la rutina, en resignación.
Hay causas psicológicas: el agotamiento emocional, la ansiedad, la
depresión sin nombre que no se diagnostica porque se disfraza de
flojera. Pero también hay causas estructurales: la precariedad laboral,
la falta de estímulo educativo, la ausencia de redes comunitarias que
impulsen. Cuando el esfuerzo no promete resultados, el cuerpo y la mente
se rinden.
Y en medio de esa rendición silenciosa, el sofá se convierte en refugio.
Allí se esconden los sueños postergados, las responsabilidades
abandonadas, las tareas que pesan más en la conciencia que en el cuerpo.
El control remoto sustituye la brújula, el teléfono suple al amigo, y la
pantalla da la falsa ilusión de estar conectado con un mundo del que ya
no se forma parte.
El entorno tampoco ayuda. La publicidad promueve el confort como si
fuera virtud. Las plataformas digitales ofrecen escape ilimitado. La
inmediatez del entretenimiento digital anestesia la necesidad de pensar,
de actuar, de decidir. Y así, mientras todo pasa afuera, dentro del
cuarto se afianza una forma suave de cautiverio.
Romper este ciclo implica identificarlo. Reconocer que ese descanso que
se alargó ya no es saludable. Aceptar que la evasión se ha vuelto estilo
de vida. No se trata de culpar, sino de despertar. Porque el sofá, por
cómodo que sea, nunca será destino digno de una vida plena.

