#LeerEntreLíneas: DISCURSOS VEMOS, ADUANAS NO SABEMOS

Por Francisco Ruiz*
Martes 11 de marzo de 2025. En la entrega anterior analizamos cómo el
gobierno mexicano, y el país en conjunto, dieron un gran salto a la
modernidad en la década de 1990. En dicha época, el gobierno en turno
promovió la autonomía del Banco de México (BANXICO), la privatización de
empresas que resultaban un lastre para la Administración Pública y la
integración comercial con el extranjero por medio de los tratados de
libre comercio, los cuales representan una herramienta de gran utilidad
ya que disminuyen y eliminan barreras gracias a la confianza que se
genera entre las partes. El primero de ellos fue con Canadá y Estados
Unidos, se le conoció como TLCAN o NAFTA; seguido por el Tratado de
Libre Comercio del Grupo de los Tres (TLC-G3), integrado originalmente
por México, Colombia y Venezuela, quien posteriormente renunció a dicho
tratado por no estar conforme a su ideología. Ese fue el gran salto al
progreso comercial mexicano.
Sin embargo, como reza el viejo dicho: “Caras vemos, corazones no
sabemos”, palabras que, dicen quienes saben, provienen de la cultura
mexica y nos invitan a reflexionar sobre las personas más allá de su
apariencia, ya que una imagen o una actitud no nos muestra quién es o
qué piensa una persona. Con los años, el pópulo mexicano lo tradujo en:
“Caras vemos, mañas no sabemos”, la cual no amerita mayor explicación.
Hoy, las dos oraciones resultan oportunas y aplicables a la iniciativa
que ha asumido el gobierno federal de Estados Unidos, dirigido por
Donald J. Trump.
Pero vamos por partes. En primera instancia, y haciendo eco de las
reflexiones que hemos venido compartiendo las últimas semanas dado que
se trata de un tema en boga por el interés general que éste representa,
la intención del presidente estadounidense número 45 y 47 se mantiene
firme en su búsqueda por concentrar mayor riqueza en su país, para ello
ha recurrido a las presiones comerciales mediante la imposición de
aranceles, a la que ya nos referimos ampliamente la semana anterior.
Aun así, nos quedó pendiente señalar puntualmente a qué se refiere el
término “aduana” y cuáles son sus alcances. Para ello, retomaremos el
concepto que nos provee el Diccionario de la lengua española, el cual
define a una aduana como una: “Oficina pública, establecida generalmente
en las costas y fronteras, donde se controla el movimiento de mercancías
sujetas a arancel, y se cobran los derechos que estas adeudan”.
De acuerdo con la Ley Aduanera mexicana, particularmente en su artículo
11, la autoridad aduanera es la facultada para verificar que se lleve
correctamente el despacho de las mercancías sujetas al comercio
exterior, es decir, aquellas que “…podrán introducirse al territorio
nacional o extraerse del mismo mediante el tráfico marítimo, terrestre,
ferroviario, aéreo y fluvial, por otros medios de conducción y por la
vía postal”.
Dentro de las atribuciones que posee una aduana destacan: la recaudación
de aranceles, cuotas y derechos; proteger la salud, integridad y
seguridad de los residentes de nuestro país; verificar el cumplimiento
de la normatividad aplicable que se encuentre vigente; registrar las
operaciones aduaneras realizadas y generar datos que servirán como
estadísticas, entre otras disposiciones que se encuentran bajo la
responsabilidad del Poder Ejecutivo federal por mandato constitucional.
A pesar de las tensiones que sobrevinieron con el fin del plazo
establecido por Trump y dada su obstinación, los mexicanos podemos
respirar, pues como bien lo dijo la presidenta Claudia Sheinbaum: “no se
tendrían que aplicar aranceles recíprocos, porque prácticamente, no hay
aranceles de México hacia los Estados Unidos”. Aunque discursos vemos,
aduanas no sabemos…
Post scriptum: "Tus acciones hablan tan fuerte que no puedo escuchar lo
que dices”, Ralph Waldo Emerson.
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y
asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).