MARTÍN LAZO CUEVAS: Flores Magón: La Llama que Sigue Guiando a México
Por Martín Lazo Cuevas
La Voz del Pueblo — Comunidad Mexicana Internacional
Un especial para ReporteMéxico.info
INTRODUCCIÓN: EL FUEGO QUE NO SE EXTINGUE Hay nombres que no se apagan. Hay voces que, aunque encarceladas o exiliadas, se vuelven eternas porque despiertan en el pueblo una conciencia que ningún régimen puede suprimir. Entre esas voces que viajan por los siglos con la fuerza de un trueno y la claridad de un amanecer, están los hermanos Flores Magón.
Ellos encendieron el origen profundo de un ciclo histórico que aún continúa. La semilla que sembraron en los tiempos de hierro del porfiriato germinó en la Revolución, floreció en el constitucionalismo social, se resguardó en los movimientos populares del siglo XX y hoy, más de un siglo después, alimenta el espíritu de la Cuarta Transformación.
Los Flores Magón no escribieron artículos: escribieron destino. No fundaron un periódico: fundaron una conciencia. No llamaron sólo a la rebelión: llamaron al despertar de la dignidad.
Y en el México contemporáneo —ese México que lucha, avanza, recuerda, exige y crea— su pulso sigue vivo.
EL INICIO DE LA TRANSFORMACIÓN Para comprender su legado, hay que volver al México que enfrentaron: un país maquillado de progreso, pero oprimido por la desigualdad, el despojo y una dictadura que convirtió el silencio en regla y el miedo en herramienta.
Los Flores Magón fueron los primeros en romper ese espejo falso. Desde Regeneración dijeron lo que nadie se atrevía a decir: que la injusticia tenía nombre y apellido, que el poder no podía seguir siendo propiedad privada, que la patria pertenece al pueblo y no a la élite.
En ese acto de valentía comenzó la transformación verdadera: la que nace de la conciencia colectiva y no del decreto gubernamental.
Ellos afirmaron que el cambio no llega por la voluntad de un caudillo, sino por la organización del pueblo; que la dignidad es superior a cualquier poder; que la libertad no debe pedirse: debe ejercerse.
Ese pensamiento —ético, político y profundamente humano— es la raíz de todas las luchas emancipadoras que vinieron después. La Revolución fue el tronco. El constitucionalismo social, las ramas. La lucha obrera y campesina, las hojas. La Cuarta Transformación, el fruto vivo de aquel espíritu.
EL INICIO DE LA RECUPERACIÓN Los Flores Magón no sólo denunciaron, sino que reconstruyeron la idea misma de nación. Su visión anticipó el reparto agrario, la defensa del ejido, la educación pública, los derechos laborales y la noción de un Estado que sirve al pueblo y no se sirve de él.
Comprendieron que un país saqueado debía recuperar tres pilares:
la tierra,
la dignidad
y la voz.
Esa triple recuperación —que parecía utopía cuando ellos la proclamaban entre prisiones y exilios— se convirtió en el fundamento moral del México moderno.
Hoy, cuando el país recupera su soberanía energética, renueva su soberanía alimentaria, rescata al campo, impulsa la justicia social y vuelve a escuchar a los históricamente ignorados, continúa, en esencia, la obra que ellos iniciaron.
El pueblo vuelve a la tierra… y la tierra vuelve al pueblo. Cuando eso sucede, ningún poder puede detener a México.
EL INICIO DE LA PROYECCIÓN DEL MÉXICO CONTEMPORÁNEO Los Flores Magón imaginaron un México donde la libertad no fuera delito, donde la organización popular no fuera perseguida, donde la prensa fuera conciencia y no vocería, donde el trabajador fuera ciudadano y no engrane, donde la patria fuera comunidad y no hacienda privada.
Aquel México no llegó en su tiempo, pero llegó después. Y sigue llegando.
Cada avance democrático, cada política social, cada acto de soberanía, cada ejercicio de justicia para los pobres, cada intento por devolverle al pueblo el control del Estado es una reaparición del espíritu magonista.
México hoy no sólo se transforma desde dentro: proyecta una nueva identidad hacia el exterior. Y en esa proyección aparece un actor que los propios Flores Magón conocieron en carne propia:
LA DIÁSPORA: EL EXTENDIDO LATIDO DE MÉXICO
Los Flores Magón vivieron en el exilio.
Lucharon desde lejos.
Convirtieron ciudades extranjeras en trincheras para la libertad.
Esa experiencia anticipó lo que hoy representa la diáspora mexicana:
millones de compatriotas que sostienen a México desde la distancia,
que envían riqueza, pero también dignidad,
que fortalecen la economía de dos países,
que cargan con la memoria, la cultura, la resistencia y el orgullo.
La diáspora no es ausencia: es fuerza extendida.
No es distancia: es participación nacional multiplicada.
Hoy, cuando el Estado mexicano reconoce a esa comunidad como actor político, económico y moral, se cumple una aspiración magonista: que ningún mexicano sea ajeno al destino de su patria, viva donde viva.
EPÍLOGO: EL LEGADO QUE SIGUE CAMINANDO Los Flores Magón murieron antes de ver el amanecer que soñaron, pero su amanecer no murió con ellos. Vive en cada comunidad que se organiza, en cada movimiento que exige justicia, en cada ciudadano que levanta la voz, en cada migrante que sostiene al país desde lejos, en cada acto de dignidad que la historia registra como avance.
Ellos encendieron la chispa de la transformación.
Recuperaron el espíritu rebelde del pueblo.
Y proyectaron la visión de un México libre que hoy, más que nunca, está en construcción.
El México contemporáneo —socialmente consciente, políticamente despierto, económicamente en recuperación y orgulloso de su diáspora— es una victoria moral y tardía de los Flores Magón.
Una llama que sigue guiando a México.
Una llama que no se apagará.