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Opinión

Martín Lazo Cuevas

MARTÍN LAZO CUEVAS: Gerardo Fernández Noroña: un soldado leal de la causa popular



Por Martín Lazo Cuevas

Gerardo Fernández Noroña no es un político convencional. Su voz ronca, sus ademanes intempestivos y su retórica inflamable lo han convertido en uno de los personajes más polémicos —y al mismo tiempo más auténticos— de la política mexicana contemporánea. Pero más allá del estilo, está el fondo: Fernández Noroña ha sido, por décadas, un soldado leal de la causa popular. Hoy, desde la trinchera del Senado y como militante formal de Morena, se erige como uno de los pilares fundamentales de la Cuarta Transformación.

Formado como sociólogo en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde ejerció liderazgo estudiantil, Noroña es producto de la lucha social más que del acomodo político. Desde sus días fundacionales en el PRD hasta su papel clave en el PT, su trayectoria ha sido congruente: defensa del pueblo, resistencia al poder económico, y combate al modelo neoliberal.

Durante los años más críticos de la imposición económica y el despojo institucional, su voz estuvo donde debía: con los deudores, con los olvidados, con los explotados. No desde la comodidad de la tribuna, sino desde la acción directa, desde la calle, desde las asambleas. Su presencia fue, y sigue siendo, un llamado constante a no olvidar de qué lado debe estar la política.

En su papel de diputado federal, Gerardo no ocupó una curul: la convirtió en trinchera. Fiel al espíritu de tribuno popular, hizo de cada sesión legislativa una batalla por la justicia, por la dignidad, por la memoria histórica del país saqueado. Señaló sin miedo a las élites, incomodó a propios y extraños, y defendió cada centímetro del proyecto transformador.

No está exento de errores ni controversias, como todo ser humano. Pero sus desaciertos no lo han apartado de la causa. No ha claudicado ni ha vendido su conciencia. En tiempos donde muchos se adaptan al confort del poder, Noroña sigue siendo piedra en el zapato del privilegio, del oportunismo, de la simulación.

Hoy, desde su nueva posición en el Senado, su voz sigue siendo indispensable. Morena necesita figuras que no se doblen, que no se domestiquen, que recuerden cada día que este movimiento nació para transformar, no para administrar lo mismo de siempre. En ese sentido, Fernández Noroña no es solo un senador: es un vigía de la dignidad popular.

En la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación, donde la consolidación se juega en cada decisión legislativa, contar con un soldado como Noroña es una garantía de que el espíritu original no será olvidado. Puede no gustar su estilo. Pero nadie puede negar su convicción.

Y en política, en estos tiempos, eso ya lo convierte en algo extraordinario.