MARTÍN LAZO CUEVAS: La Palabra que Construye Sociedad

Por Martín Lazo Cuevas
La libertad de expresión no es solo un derecho consagrado en documentos
internacionales o constituciones nacionales. Es, ante todo, el latido
vivo de una sociedad que quiere entenderse, corregirse, mejorarse.
Cuando el ciudadano alza su voz —para proponer, cuestionar o simplemente
compartir— contribuye a la gran sinfonía de una comunidad plural. Cada
palabra suya, dicha con respeto y responsabilidad, es un ladrillo más en
la construcción de una nación vibrante y libre.
Cuando el representante de gobierno habla, su voz no le pertenece solo a
sí mismo: representa el eco de millones. Sus palabras tienen el poder de
encender la confianza o de apagarla, de unir voluntades o de
fracturarlas. De ahí la importancia de que hable con verdad,
transparencia y vocación de servicio.
Cuando el líder social, político o religioso pronuncia su discurso,
sostiene en sus manos la posibilidad de encender esperanzas o de
propagar odios. Su deber, más allá de su causa, es inspirar, convocar al
diálogo, tender puentes donde otros ven abismos.
Y cuando el periodista o el escritor escribe, abre caminos de luz en
medio de la confusión. Con su pluma, da voz a quienes no la tienen,
revela verdades incómodas y crea espacios donde la reflexión madura y la
crítica florece.
La libertad de expresión es, en esencia, un acto de amor social.
Amar es atreverse a hablar con honestidad, pero también saber escuchar
con humildad. Amar es usar la palabra no para herir, sino para sanar; no
para dividir, sino para construir.
Defender la libertad de expresión es defender nuestra capacidad de soñar
juntos, de disentir sin rompernos, de crecer como comunidad en la
diversidad.
Porque solo desde la palabra libre, responsable y esperanzadora podremos
sembrar la sociedad justa, solidaria y luminosa que nuestro tiempo nos
reclama.?