LA COLUMNA DE MARTÍN LAZO CUEVAS


MARTÍN LAZO CUEVAS: La desproporción del 15%



Por Martín Lazo Cuevas

En una democracia, el peso de la opinión pública se mide por mayorías. No se trata de silenciar a las minorías, pero sí de reconocer con claridad hacia dónde se inclina el respaldo social. Por eso resulta inquietante —y sintomático— que algunas voces pretendan construir una narrativa de desgaste presidencial sobre la base de un 15% de desaprobación, ignorando deliberadamente el dato central: un 85% de aprobación ciudadana.

Pongamos la cifra en perspectiva. Si de cada 100 personas consultadas, 85 aprueban la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y solo 15 la desaprueban, ¿por qué se le da al 15% el protagonismo analítico? ¿Por qué se convierte ese dato en el eje de la crítica, cuando todo indica que la opinión pública mayoritaria respalda el rumbo del país?

En este contexto, vale la pena recordar otro hecho clave: cuando Sheinbaum fue electa, obtuvo el 59.76% de los votos. Hoy, en el ejercicio del poder, su aprobación alcanza el 85%. Es decir, ha aumentado en 25.24 puntos porcentuales. No es común que un liderazgo político crezca en aceptación una vez iniciada su gestión; lo usual es lo contrario. Este crecimiento no es circunstancial: habla de una presidencia que no solo mantiene su base, sino que ha logrado ampliarla.

Frente a estos datos, el énfasis exclusivo en el 15% no es inocente. Es un ejemplo claro de “cherry-picking”: seleccionar solo los fragmentos del dato que respaldan una postura preconcebida. También es un caso de framing sesgado, donde el marco interpretativo se impone sobre el conjunto de la realidad. Se presenta la excepción como si fuera la regla, y se omite lo que más pesa en una democracia: el respaldo mayoritario.

La crítica es saludable, incluso necesaria. Pero para ser legítima, debe estar informada, contextualizada y equilibrada. Si no lo está, se convierte en consigna. En ese sentido, cuestionar la validez de un 85% de aprobación con base en la existencia de un 15% de desaprobación no es una crítica: es una operación retórica que tuerce los hechos para sostener una narrativa predeterminada.

En democracia, todas las voces cuentan. Pero no todas tienen el mismo peso. Y en este caso, la voz del 85% no puede ser silenciada en nombre del 15%