MARTÍN LAZO CUEVAS: Titulo de la nota

Por Martín Lazo Cuevas
En la historia política moderna de México, pocas etapas han sido tan
definitorias como la que vivimos en 2025. La Cuarta Transformación ha
dejado de ser una aspiración y se ha convertido en una estructura
concreta, compleja y profundamente humana. Y si hay algo que distingue
este momento es la emergencia de un nuevo orden político y moral, basado
en el equilibrio entre razón y justicia, entre conciencia y poder, entre
lo femenino y lo masculino, entre el pasado que nos formó y el futuro
que estamos construyendo.
En este contexto, Morena —Movimiento de Regeneración Nacional— es más
que un partido político. Es un instrumento de lucha, una casa para
millones de mexicanos, y un reflejo del alma colectiva del país. Dentro
de esta gran estructura, se han consolidado cien nombres —cincuenta
mujeres y cincuenta hombres— que ejercen el poder con libertad y
responsabilidad, con acuerdos mutuos, sin imposiciones ni exclusiones.
Se trata de liderazgos que dialogan, se respetan, y que han sabido
equilibrar la toma de decisiones sin caer en el viejo esquema de
subordinaciones de género o de poder.
En la cúspide de esta arquitectura de poder está la presidenta de
México, Claudia Sheinbaum Pardo. Primera mujer en ocupar la jefatura del
Estado mexicano, representa la victoria de la razón ética, científica y
política frente a siglos de exclusión. Su gobierno no es solo un
testimonio histórico, es un ejercicio de sensatez, firmeza y
construcción de país. En paralelo, el fundador del movimiento, Andrés
Manuel López Obrador, aunque retirado del cargo, sigue siendo el
arquitecto espiritual de la transformación. Su influencia persiste no
por nostalgia, sino por convicción. La voz del pueblo aún lo sigue
escuchando y su visión sigue guiando los principios fundamentales del
movimiento.
A su alrededor, un entramado de liderazgos femeninos y masculinos se ha
tejido con madurez política. Luisa María Alcalde, como presidenta
nacional de Morena, ha sabido reorganizar la estructura del partido con
una mirada integral, incluyendo las voces jóvenes y los movimientos
territoriales. A su lado, Andrés Manuel López Beltrán, secretario de
Organización, ha logrado fortalecer la base del partido sin
protagonismos innecesarios, priorizando la cohesión interna.
El equilibrio entre mujeres y hombres no es retórico. Es visible en el
Congreso. En el Senado, la presencia de Andrea Chávez, Citlalli
Hernández, Ana Lilia Rivera y Simey Olvera convive con figuras como
Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López y Alejandro Esquer,
construyendo consensos y defendiendo los intereses del pueblo. En la
Cámara de Diputados, mujeres como Julieta Vences, Celeste Ascencio y
Wendy Briceño legislan codo a codo con hombres como Ricardo Monreal,
Pedro Haces y Antonio Attolini, demostrando que la verdadera paridad no
es dividir el poder, sino compartirlo.
En el gabinete, la simetría también es palpable. Mientras Rosa Icela
Rodríguez lidera la Secretaría de Gobernación con una visión
conciliadora y de firmeza democrática, Rogelio Ramírez de la O mantiene
la estabilidad financiera del país con compromiso social. Claudia Curiel
de Icaza desde la Secretaría de Cultura y Gabriela Rodríguez desde
Población articulan una política humanista junto con Jesús Ramírez
Cuevas, vocero presidencial, y Zoé Robledo en el IMSS. Ninguna voz se
impone, todas se complementan.
El Poder Judicial, históricamente alejado del pueblo, ha sido
transformado por la llegada de ministras como Lenia Batres, Yasmín
Esquivel y Loretta Ortiz, quienes junto a ministros como Hugo Aguilar,
Giovanni Figueroa, Irving Espinosa e Isaac de Paz impulsan una nueva
jurisprudencia con enfoque social, ético e incluyente.
En las entidades federativas, la armonía se reproduce. Gobernadoras como
Mara Lezama, Marina del Pilar, Indira Vizcaíno y Evelyn Salgado han
demostrado que la conducción estatal puede realizarse con equilibrio
presupuestal, políticas públicas cercanas al pueblo y coordinación
respetuosa con la federación. De igual manera, gobernadores como Javier
May, Rubén Rocha, Alfonso Durazo, Salomón Jara, Víctor Castro, Américo
Villarreal, Julio Menchaca, Cuitláhuac García y Rutilio Escandón han
reforzado la visión nacional desde lo local, integrando los principios
del obradorismo con las realidades regionales.
La estructura de Morena no solo se compone de figuras públicas. En la
vida interna del partido destacan mujeres como Bertha Luján, Carol
Arriaga, Renata Turrent y Gabriela Jiménez, quienes han promovido la
formación ideológica, el fortalecimiento territorial y la articulación
de mujeres en espacios de decisión. Junto a ellas, hombres como Martí
Batres, Rafael Barajas “El Fisgón” y Epigmenio Ibarra han sido
referentes intelectuales, formativos y culturales del movimiento.
No menos importante es la presencia en los municipios y comunidades.
Mujeres como Sandra Luz Falcón, María Teresa Guerra, María Eugenia
Hernández, María del Carmen Bautista, y María Guadalupe Román ejercen
liderazgo en municipios, zonas rurales y estructuras de base. Hombres
como José Antonio Martínez, Sergio Baños o liderazgos emergentes en
alcaldías y consejos comunales, han sido puente entre el poder
institucional y el pueblo organizado.
Y es aquí donde se vislumbra el principio más importante del nuevo
poder: el acuerdo. En Morena, el poder no se concibe como dominio, sino
como servicio. No se trata de competir entre hombres y mujeres, sino de
complementarse para construir lo que AMLO siempre llamó "una república
amorosa". En este 2025, esa visión se encarna con claridad: no hay
Cuarta Transformación sin armonía, sin paridad, sin corresponsabilidad.
Los 100 nombres que hoy se reconocen no son una lista cerrada ni
definitiva. Son el reflejo de una generación que ha sabido asumir el
reto del cambio con dignidad. Mujeres y hombres que, desde la tribuna o
desde el campo, desde la Suprema Corte o desde una presidencia
municipal, desde la radio comunitaria o desde la Secretaría de Estado,
representan la diversidad, la riqueza y la fuerza viva de un pueblo que
decidió gobernarse a sí mismo.
Son, en suma, los 100 más influyentes de Morena en 2025. Pero también
son testimonio de algo más profundo: que México ha empezado a caminar
con paso firme hacia un poder equilibrado, justo y profundamente humano.

