MARTÍN LAZO CUEVAS: ¿Para qué regresabas, Ernesto Zedillo?

Una reflexión desde el México del Pueblo Supremo
Por Martín Lazo Cuevas, con asistencia de Aurelia, asistente personal
Vivimos tiempos de transformación profunda. México ya no es el mismo
país que hace treinta años se encontraba de rodillas ante los dictados
del neoliberalismo. Hoy, nuestra nación transita por una revolución de
conciencia, una etapa histórica donde el poder ha dejado de ser
privilegio de unos cuantos y ha sido devuelto a su legítimo dueño: el
pueblo.
Con la Cuarta Transformación, el presidente Andrés Manuel López Obrador
entregó no solo el gobierno, sino el poder supremo al pueblo,
reconociéndonos como sujetos históricos, conscientes y capaces de
decidir nuestro rumbo. Ese legado hoy lo conduce con inteligencia,
templanza y firmeza la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, quien, a
escasos siete meses de haber asumido el cargo, ha enfrentado desafíos de
gran envergadura: una tensa relación con Estados Unidos ante el regreso
de Donald Trump, una economía internacional incierta y una derecha
recalcitrante que aún no comprende que sus tiempos de abuso se han
terminado.
Y en ese contexto, como si surgiera de entre los escombros del viejo
régimen, aparece nuevamente Ernesto Zedillo Ponce de León, el ex
presidente que encabezó uno de los gobiernos más dolorosos y oscuros de
la historia reciente. El mismo que, al final del siglo XX, vendió los
Ferrocarriles Nacionales, entregó el patrimonio del pueblo y heredó a
México una deuda impagable bajo el nombre de Fobaproa, transformando
deudas privadas en deuda pública, hipotecando el futuro de generaciones.
Su reaparición mediática, acompañado por los conservadores de siempre,
con un discurso crítico hacia el gobierno actual, ha provocado no solo
indignación, sino memoria. La presidenta Sheinbaum respondió con
sencillez pero con verdad: “¿Para qué regresabas, Ernesto Zedillo? Allá
te hubieras quedado.” Y esa frase resonó en todo el país como un eco de
justicia pendiente.
Porque al regresar Zedillo a la esfera pública, se destapó la caja de
Pandora: se desempolvaron archivos, se expusieron cifras, se abrieron
heridas aún latentes. Comenzamos a hablar nuevamente del Fobaproa, del
entreguismo económico, de la represión social que marcó su sexenio. Y en
días recientes, nuevas revelaciones han estremecido a la opinión
pública: audios que presuntamente vinculan a Nilda Patricia, su esposa,
con actividades de narcotráfico. Si estos señalamientos se confirman,
estaríamos hablando no sólo de un gobierno corrupto, sino de un narco
gobierno en la cúspide del poder.
En este nuevo México, no hay espacio para la impunidad disfrazada de
autoridad moral. El pueblo que fue negado y explotado durante siglos hoy
alza la voz, exige verdad y no olvida. El regreso de Zedillo no es
casual: es el reflejo de una élite que ve en peligro sus privilegios,
que intenta recuperar el control, que no acepta que el pueblo mexicano
ha despertado.
La historia nos ha enseñado que los pueblos que olvidan están condenados
a repetir. Pero este México del pueblo supremo, el México de la
conciencia, no olvida. Por eso preguntamos, con la fuerza de la memoria
y la legitimidad de la dignidad popular:
¿Para qué regresabas, Ernesto Zedillo?
¿Para qué removías el polvo de tus ruinas, si lo que queda es despojo y
vergüenza?
El pueblo ya no camina atrás del poder. Ahora el pueblo es el poder.