NUEVO INFORME DE LA ONU: 74 por ciento de los países de América Latina y el Caribe tienen alta exposición a eventos climáticos extremos, afectando la seguridad alimentaria

La variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos (como
sequías, inundaciones y tormentas) reducen la productividad agrícola,
alteran las cadenas de suministro de alimentos, aumentan los precios y
afectan los entornos alimentarios, poniendo en riesgo los logros
alcanzados en la reducción del hambre y la malnutrición en la región.
27 de enero de 2025, Santiago de Chile –Los patrones cambiantes de la
variabilidad del clima y los eventos extremos están impactando
negativamente todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y
reforzando otras causas subyacentes de la malnutrición en todas sus
formas en América Latina y el Caribe, dice el Panorama Regional de
Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024. El informe, publicado hoy,
afirma que América Latina y el Caribe se ubica como la segunda región
del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia.
En esta región, al menos 20 países (el 74 por ciento de los países
analizados) enfrentan una alta frecuencia de tales eventos, lo que
indica una exposición significativa, y 14 (52 por ciento) se consideran
vulnerables porque tienen una mayor probabilidad de tener un impacto en
la subalimentación debido a estos fenómenos. El impacto de los extremos
climáticos se ve exacerbado aún más por los persistentes desafíos
estructurales: conflictos, desaceleraciones económicas y crisis, así
como por factores subyacentes como los altos niveles de desigualdad, la
falta de acceso a dietas saludables y su inasequibilidad, y entornos
alimentarios poco saludables.
Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la
subalimentación aumentó 1,5 puntos porcentuales en todos los países
afectados por la variabilidad climática y los extremos. La situación es
peor en aquellos países que experimentan recesiones económicas. Las
poblaciones más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada,
porque tienen menos recursos para adaptarse.
El informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para
desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que
son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del
hambre y la malnutrición en todas sus formas. La sostenibilidad a largo
plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada, dice el
informe.
Hambre e inseguridad alimentaria disminuyeron por segundo año
consecutivo
Según el informe, el hambre afectó a 41 millones de personas en la
región durante 2023. Esto representa una disminución de 2,9 millones de
personas respecto a 2022 y de 4,3 millones de personas respecto a 2021.
Sin embargo, a pesar de los avances regionales, existen disparidades
entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante
los últimos dos años en el Caribe, alcanzando el 17,2 por ciento,
mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica,
en el 5,8 por ciento.
En cuanto a la inseguridad alimentaria moderada o grave, la región
también demostró avances por segundo año consecutivo, cayendo bajo el
promedio mundial por primera vez en 10 años. En total, 187,6 millones de
personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19,7
millones menos que en 2022 y 37,3 millones menos que en 2021.
Esta reducción se explica por la recuperación económica de varios países
de América del Sur debido a programas de protección social, esfuerzos
económicos postpandemia y políticas específicas destinadas a mejorar el
acceso a los alimentos.
El informe refleja también que la inseguridad alimentaria afecta de
manera más pronunciada a determinados grupos de población, como las
comunidades rurales y las mujeres. La brecha de género en América Latina
y el Caribe sigue siendo más elevada que el promedio global.
El desafío de la malnutrición bajo la perspectiva de la variabilidad del
clima
El Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América
Latina y el Caribe, Mario Lubetkin relevó la importancia del Panorama
2024 considerando que: "La variabilidad del clima y los eventos extremos
son una amenaza para la estabilidad de la seguridad alimentaria y la
nutrición” y agregó: “la importancia de implementar una respuesta
integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la
capacidad de los sistemas agroalimentarios. Esta resiliencia permite
anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera
positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los
desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.
En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el
crecimiento afectó al 22,3 por ciento de los niños menores de 5 años en
el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se
estimó en 11,5 por ciento, significativamente por debajo del promedio
mundial. Si bien la región ha experimentado reducciones notables desde
principios del milenio, el progreso se ha desacelerado en los últimos
años.
"En América Latina y el Caribe, uno de cada diez niños y niñas menores
de cinco años vive con desnutrición crónica. La desnutrición y el
sobrepeso coexisten en la región, exacerbados por la alta exposición y
vulnerabilidad climática en las comunidades más vulnerables. Esta doble
carga de la malnutrición amenaza diariamente el desarrollo pleno de la
infancia", afirmó Karin Hulshof, Directora Regional a.i. de UNICEF para
América Latina y el Caribe. "Cualquier decisión sobre la acción
climática debe priorizar el derecho a la alimentación y nutrición de los
niños, niñas y mujeres".
En 2022, el 5,6 por ciento de los niños menores de cinco años a nivel
global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y
el Caribe la prevalencia alcanzó el 8,6 por ciento, es decir, 3,0 puntos
porcentuales por encima de la estimación global. Esta prevalencia
regional también ha crecido más rápido que la tasa global, aumentando
1,2 puntos porcentuales entre 2012 y 2022, en comparación con solo 0,1
puntos porcentuales en todo el mundo. Dentro de la región, las
tendencias varían significativamente, con América del Sur impulsando en
gran medida el aumento, mientras que Mesoamérica y el Caribe han
mostrado una mayor estabilidad en los últimos años.
El informe también identifica la falta de acceso económico a dietas
saludables como una cuestión crítica. En 2022, 182,9 millones de
personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a
ellas. Esto marca una mejora de 2,4 puntos porcentuales en comparación
con 2021, lo que significa que 14,3 millones de personas más pueden
permitirse una dieta saludable.
“El sobrepeso y la obesidad son un creciente desafío en la región y un
factor de riesgo clave para las enfermedades no transmisibles. Una dieta
saludable es la base para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo
y el desarrollo. La OPS posiciona la salud como piedra angular para la
transformación de sistemas alimentarios, promoviendo políticas fiscales,
incluyendo impuestos, políticas públicas de compra de alimentos
saludables, la regulación de la publicidad, incluidos los sucedáneos de
la leche materna; la inocuidad de los alimentos, la reformulación de
productos alimentarios y el etiquetado frontal”, indicó el Jarbas
Barbosa, Director de la Organización Panamericana de la Salud.
También se observan disparidades entre subregiones en el acceso a dietas
saludables: en el Caribe, el 50 por ciento de la población (22,2
millones de personas) no podía permitirse una dieta saludable, seguida
por Mesoamérica con un 26,3 por ciento (47,1 millones de personas) y
América del Sur con un 26 por ciento. (113,6 millones de personas). Por
ello, se hizo un llamado a centrarse en las poblaciones vulnerables y
expuestas a eventos climáticos extremos.
“El planeta se calienta y el clima se desajusta. Las mujeres y hombres
de América Latina y el Caribe viven la emergencia climática en primera
persona: producir alimentos, transformarlos, transportarlos y poner un
plato en la mesa es más difícil en los países donde ocurren fenómenos
climáticos extremos a menudo”, explicó Lola Castro, Directora Regional
del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en América
Latina y el Caribe. “Las comunidades y los gobiernos de la región
avanzan hacia soluciones integrales que abordan la seguridad alimentaria
y la nutrición en tiempos de crisis climática. Juntos, buscamos proteger
a las personas más vulnerables de los eventos climáticos extremos y
crear sistemas alimentarios equitativos y sostenibles que alimentan a
América Latina y el Caribe sin destrozarla”, añadió.
Las agencias enfatizaron la necesidad de acelerar aún más las
inversiones y acciones destinadas a crear capacidades de largo plazo
para responder a la variabilidad del clima y los eventos climáticos
extremos.
Rossana Polastri, Directora Regional de la División de América Latina y
el Caribe del FIDA, señaló: “Estamos contribuyendo al avance en la lucha
contra el hambre, pero las cifras aún superan los niveles previos a la
pandemia, lo que demuestra que todavía queda un largo camino por
recorrer. Tenemos que redoblar esfuerzos para adaptar los sistemas
alimentarios a los efectos del cambio climático, cuyo impacto negativo
exacerba la inseguridad alimentaria. Para lograrlo, debemos invertir más
en las áreas rurales, de manera que los pequeños productores cuenten con
infraestructuras básicas, sistemas de información climática, prácticas
agrícolas sostenibles y acceso a productos financieros que les permitan
hacer frente a los eventos extremos y a la variabilidad del clima.
Además, debemos invertir en las mujeres y en los grupos de población más
vulnerables para asegurar que los avances en la reducción del hambre no
dejen a nadie atrás”.
El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 es
una publicación conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la
Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Programa Mundial de
Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF).