LA COLUMNA DE PERRO CIEGO


PERRO CIEGO: Tijuana: La frontera del poder invisible



Por Perro Ciego, ladrando en la oscuridad

Tijuana es frontera, pero también es fractura. No solo separa países; separa realidades. Aquí, el Estado oficial se disuelve entre retenes y trámites, mientras el Estado paralelo crece como sombra en el desierto: silencioso, brutal, omnipresente.

El poder en Tijuana no se mide en votos, sino en rutas. Quien controla el paso, controla la ciudad. Y ese paso no es solo de mercancías: es de cuerpos, de armas, de dinero, de miedo.

1. Seguridad: La ciudad bajo amenaza flotante

La policía patrulla, pero no manda. En muchas colonias, especialmente al este y en la periferia, los residentes saben que la llamada al 911 es un tiro en la oscuridad. Las verdaderas reglas se dictan desde casas discretas, camionetas oscuras y narcomensajes.

Hay zonas donde los uniformes entran solo con permiso. Donde los enfrentamientos no se reportan, se pactan. Donde los desaparecidos no son cifra: son advertencia.

2. Cruce y tráfico: El negocio de la frontera

Tijuana es punto de paso, pero también de negocio. Aquí se cruza todo: personas, drogas, armas, información. El cruce fronterizo más transitado del mundo es también el más lucrativo para las redes paralelas.

Los polleros no son ya improvisados; son operadores logísticos. Los migrantes no solo huyen: son mercancía. Cada persona que intenta cruzar deja una ganancia al Estado informal que gestiona el tránsito humano como si fueran cajas de exportación.

3. Economía informal: El cobro como ley

Desde mercados ambulantes hasta bares y pequeños negocios, el cobro de piso es una rutina tan normalizada como pagar la luz. No hay factura, pero hay consecuencias si no se paga.

Muchos comerciantes saben que el verdadero permiso no se tramita en la alcaldía, sino con un emisario del crimen. Y a veces, hasta los funcionarios lo entienden así.

4. Vivienda y territorio: La ciudad por pedazos

Tijuana crece a empujones, sin planeación ni autoridad clara. El crimen se vuelve gestor de tierras, fraccionador y árbitro. Colonias enteras nacen bajo la bendición de jefes locales que autorizan asentamientos y asignan "seguridad".

Aquí, el que no tiene papeles tiene miedo. Y el que tiene miedo, paga.

5. Narcocultura: El poder que seduce

Los corridos suenan en cada esquina. Las camionetas blindadas y los tatuajes no son solo estética: son símbolos de estatus. Para muchos jóvenes, el crimen no es opción desesperada, sino aspiración alcanzable.

Mientras las universidades recortan presupuestos, las calles ofrecen becas de sangre. Y los reclutadores no preguntan promedio: piden lealtad.