El Baluarte de
San Pedro de la ciudad fortificada de Campeche
fue refugio militar y polvorín. En el siglo
XVIII formó un conjunto arquitectónico con el
hospital y la iglesia de San Juan de Dios.
Ahora, será rehabilitado y acondicionado para
convertirlo en ceramoteca y en centro de
análisis de materiales arqueológicos y de bienes
patrimoniales recuperados durante la
construcción del Tramo 2 del Tren Maya, el cual
va de Escárcega a Calkiní, en su trayecto por
esta entidad.
Así lo da a conocer la directora del Centro INAH
Campeche, Adriana Velázquez Morlet, al indicar
que ante la cantidad de materiales arqueológicos
que se han recuperado en este ramal, la cual
asciende a 13,643 bolsas, principalmente
cerámica y lítica pulida, así como restos
osteológicos (huesos) y malacológicos (concha y
caracol), se requiere su procesamiento para
proceder a su análisis y clasificación.
“El Baluarte de San Pedro será el lugar donde se
analice y genere información, no solo para el
conocimiento de la historia prehispánica
regional, sino para la generación de materiales
de divulgación y para el turismo, ya que podrán
presentarse en los diversos espacios de difusión
que se creen, una vez que entre en operación el
servicio ferroviario”, informa la arqueóloga.
La totalidad de los bienes cerámicos recuperados
debe ser sometida a un proceso de limpieza y
marcado para clasificarse, y posteriormente
establecer conexiones y comparaciones a nivel
regional. Labor que se complementará con otra
enfocada en la reconstrucción de la secuencia de
desarrollo de la tecnología cerámica, a través
de los distintos momentos de ocupación
prehispánica de los asentamientos.
Para el análisis de los materiales líticos
(piedra, pedernal y obsidiana, entre otros) se
hará una clasificación por su forma funcional, y
se contrastará con información regional; en
tanto, los materiales de concha y caracol
también serán catalogados. Derivado de dichos
análisis se conformarán muestrarios para futuras
comparaciones, adelanta Velázquez Morlet.
“Estos análisis serán un componente importante
de los informes que presente el INAH al concluir
el proyecto, ya que permitirán fechar las
estructuras intervenidas y aportar información
sobre el nivel de interacción entre las
poblaciones prehispánicas que se asentaron en la
región”, destaca.
Entre los hallazgos del Tramo 2 que serán
analizados sobresalen materiales localizados
durante la exploración de contextos
habitacionales, entre ellos, 28 entierros
registrados al interior de un basamento con
construcciones superiores, aparentemente, con
varias etapas de ocupación; así como gran
cantidad de entierros en cistas con ofrendas de
objetos de diferentes materiales, la mayoría
cerámicos, como un vaso con tres lóbulos, forma
poco común pero ya reportada en Jaina, Campeche,
y en la Zona Arqueológica de Oxkintok, en
Yucatán.
En otro depósito cercano se registraron dos
orejeras de jadeíta con su tapón, una de ellas
con la perforación que permite asegurarla;
también, elementos decorativos de concha y
hueso, y una orejera de obsidiana con trazas de
cinabrio, material que solía depositarse en los
entierros humanos; este hallazgo no es común y,
hasta el momento, en los datos revisados no hay
otro registro similar.
Una pieza más es un silbato en forma de un
guerrero que surge de las fauces de algún
animal, en cuya parte posterior cuenta con un
tubo horizontal que permite el paso de un cordel
para colgar. La boquilla doble está en el lugar
de los pies, de modo que el aire entra a dos
cámaras, con tres salidas, lo que permite
ejecutar diversos sonidos.
Un elemento más hallado es una pieza
semicilíndrica que parece haber sido soporte de
un trono o banca, la cual conserva dos bloques
jeroglíficos, así como un fragmento de soporte
de vasija con la representación del dios gordo,
entidad poco estudiada, cuya representación
aparece desde tiempos olmecas en diversos puntos
de Mesoamérica, finaliza la arqueóloga. |