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								 Una Gilda con 
								la ESI tatuada, un Gauchito Gil con la camiseta 
								de River, un mural que reinterpreta “la última 
								cena” desde la cultura villera. El artista 
								visual de San Luis comparte su mirada, su arte y 
								la historia detrás de estas obras. Por Julieta 
								Pollo / La tinta. 
								 
								Conocí a El Bardo a través de un mural enorme 
								que lleva “la última cena” a terrenos mucho más 
								propios. Como Marcos López y tantxs otrxs, toma 
								de la pintura renacentista la idea de encuentro 
								y de ritual, pero la reinterpreta desde nuestra 
								cultura: pilusos y tatuajes, miradas picantes y 
								abrazos amigueros, el vinito en botella cortada, 
								melancia y pizza. Casi casi se oye la cumbia de 
								fondo. Le pregunto cómo se llama el mural, “La 
								última lija”, me contesta. 
								 
								En sus dibujos palpita la identidad barrial y la 
								cultura villera. Sus personajes se nutren de las 
								calles donde creció y de lxs vecinxs de su 
								barrio, ubicado al oeste de San Luis capital. 
								Los colores vibrantes -marrones, naranjas, 
								azules-, los tatuajes de sus personajes que 
								crean una nueva capa de sentido, el simbolismo 
								de los objetos elegidos y otros detalles que 
								conforman su estilo hacen de sus dibujos una 
								propuesta interesante para ver y recorrer. Lxs 
								santxs populares, los cuerpos disidentes, el 
								mundo circense y la vida en el barrio son 
								algunas de las temáticas que aborda. 
								 
								Desde La tinta conversamos con el artista para 
								que nos cuente qué lo mueve a crear sus dibujos 
								y murales. 
								 
								“Creo que fui descubriendo mi estilo desde lo 
								técnico -las líneas, los colores- y también en 
								cuanto a de qué hablar… es una búsqueda. Mis 
								personajes son de barrio, nací en el Bº CGT de 
								San Luis y dibujo los personajes que recuerdo, 
								personas que conozco de ahí. También se ha 
								generado una devolución interesante por parte de 
								ellxs, les gusta lo que hago. Y por ahí el hecho 
								de pintarlo en una pared está buenísimo porque 
								las paredes son de todxs y que una persona pase, 
								vea el trabajo y se pueda sentir representadx es 
								un montón”, cuenta el artista a La tinta. 
								 
								Hace un par de años se metió de lleno en el 
								mundo del arte digital, que para él tiene un 
								montón de ventajas en cuanto a la difusión por 
								redes sociales de la obra y también en lo que 
								hace a la distribución. Sin embargo, dice que 
								siempre vuelve al papel, la materialidad, para 
								dar vida a sus personajes y al mensaje que desea 
								transmitir: “Muy pocas veces me siento a dibujar 
								sin pensar una idea fuerza y desde ahí voy 
								creando. Un dibujo comunica muchísimo”. 
								 
								Hace hablar a sus personajes a través del 
								tatuaje: dibujos dentro del dibujo que marcan un 
								posicionamiento y trazan líneas de sentido 
								novedosas, como la palabra ESI en la piel de 
								Gilda. “Evito usar diálogos, pero hablo a través 
								de los tatuajes… un poco lo que hacemos todes, 
								tener tatuajes que por ahí significan miles de 
								cosas. Como Gilda era docente, me pareció que 
								estaba bueno hacer esa relación con la ESI”. 
								Esta ilustración es parte de una serie inspirada 
								en santxs populares que, por ahora, integran 
								Gilda y Rodrigo. “Es muy lindo porque los 
								imprimí y la gente se los llevaba como 
								estampitas, a veces me encuentro alguno en casa 
								de amigxs, en un local de tatuajes, y así. Es 
								una serie en construcción porque todavía me 
								quedan varios por dibujar”. 
								 
								Hace unos meses, Cristian y una amiga decidieron 
								armar un club de dibujo para generar puntos de 
								encuentro entre dibujantes de San Luis: Cráneo 
								Club. “Creo que faltaban espacios como este… 
								cuando decís que lo que querés hacer es dibujar, 
								hay un montón de prejuicios -me pasaba cuando 
								era chico- y hoy puedo ser ese adulto y decir: 
								‘Nos juntemos a dibujar, está bueno lo que estás 
								haciendo’, además de que es una enorme 
								herramienta para calmar las ansiedades y para 
								expresarte. Estamos creando un espacio que nos 
								reúne a todes a dibujar y donde charlamos un 
								montón de inquietudes y problemáticas que 
								tenemos desde lo humano y desde lo artístico. A 
								la hora de dibujar, todo eso surge, y es 
								buenísimo poder comunicarlo y expresar tu 
								postura. Creo que nos potenció muchísimo 
								encontrarnos”. 
								 
								Fuente: La Tinta 
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