13 Febrero
2022
Objetivos de Desarrollo Sostenible
La pandemia de COVID-19 ha representado una gran
dificultad para quienes tienen una discapacidad
auditiva, porque con los cubrebocas “todo está
tapado y no se entiende nada”, como explica
Rafael Salamanca, publicista sordo que ha ideado
un tapabocas transparente para superar la
incomunicación.
Si no se presta atención, sólo parece una moda,
una placa de plástico transparente de nueve por
seis centímetros colocada al frente del
cubrebocas, pero para las personas que viven con
discapacidad auditiva utilizar mascarillas
transparentes puede ser la diferencia
fundamental entre el aislamiento y la
comunicación.
Rafael Salafranca tiene 42 años de edad, es
publicista y se reconoce a sí mismo como una
persona hipoacústica bilateral, esto quiere
decir que es sordo, pero luego de mucho esfuerzo
y años de terapia, aprendió a hablar y
comunicarse con las personas oyentes sin
necesidad de intérpretes ni de aprender la
Lengua de Señas Mexicana.
Entonces, llegó el COVID-19 y en medio de la
pandemia, se volvió obligatorio que las personas
utilizaran mascarillas que les cubren la mitad
de la cara; imposibilitado para leer los labios
y descifrar las expresiones faciales de sus
interlocutores, Rafael sintió que estaba
adquiriendo una nueva discapacidad: la de
comunicarse.
“Soy publicista, tengo discapacidad auditiva
profunda y soy oralizado. Pasé mucho tiempo en
terapias para hablar, para leer los labios, para
escribir bien. Siempre fui oralizado hasta
cuando una amiga me presentó a unas personas con
discapacidad auditiva que hablaban en Lengua de
Señas y yo no entendía nada, por eso no me
sentía como ellos y hasta que no aprendí la
lengua de señas no podía comprender su comunidad
sorda”, explicó.
“La pandemia ha representado otra discapacidad
para nosotros, porque no podemos leer los
labios, porque está todo tapado y no se entiende
nada”.
Las personas con discapacidad sufren más debido
al COVID-19
Las Naciones Unidas que con la COVID-19 están
aumentando las desigualdades para las
poblaciones vulnerables en países con sistemas
sanitarios más deficientes y en países que se
enfrentan a crisis humanitarias existentes.
En una guía dedicada a sentar las políticas para
dar una respuesta al COVID-19 que incluya a las
personas con discapacidad publicada en mayo de
2020, el Secretario General de las Naciones
Unidas, António Guterres, reveló cómo las
personas con discapacidad corren mayor riesgo de
contraer COVID-19, desarrollar patologías más
graves y de morir a causa de la enfermedad.
En este documento se reconoce que la
distribución de equipo de protección personal
para las personas con discapacidad debe
adaptarse a sus necesidades.
“Por ejemplo, dado que las mascarillas impiden
leer los labios o ver las expresiones faciales,
para las personas sordas o con audición reducida
serán más útiles las pantallas de protección
facial”, señala el informe.
En 2021, la Federación Mundial de Sordos, dio a
conocer que existen aproximadamente 70 millones
de personas sordas en todo el mundo. Más del 80%
vive en países en desarrollo y como colectivo,
utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda
2020, en México hay 6,1 millones de personas con
algún tipo de discapacidad; de ellas, 22% tiene
dificultades para oír inclusive utilizando un
aparato auditivo y 15% tienen problemas para
comunicarse con los demás.
Del problema a la acción
Fue a raíz de verse inmersos en una situación
atípica por no poder comunicarse de manera
independiente, que Rafael y su amiga Adriana
Gutiérrez Cirlos Díaz Mercado fundaron la
asociación civil Viendo Tentiendo, que se dedica
a promover la inclusión y romper barreras para
personas con discapacidad auditiva.
“No es posible que actualmente en 2022 exista
este tipo de problemas para las personas con
alguna discapacidad auditiva, que tengamos que
ser dependientes de algún familiar amigo,
compañero o alguien más incluso dando nuestros
datos más personales para hacer algún trámite.
Incluso cuando vamos a alguna atención médica
existe esta limitación bastante fuerte”, comentó
Adriana, quien es fisioterapeuta profesional.
Había que buscar una solución y luego de mucho
reflexionar, la encontraron: cubrebocas que
tuvieran una ventanilla transparente en el área
de la boca, para que las personas sordas
oralizadas como Adriana y Rafael puedan seguir
leyendo los labios de sus interlocutores.
Primero hicieron experimentos para diseñarlos,
pero descubrieron que se empañaban con
facilidad. Luego de meses de búsqueda,
encontraron una película especial que evita el
empañamiento para conservar su utilidad.
Los cubrebocas están elaborados con el mismo
material que los K-N95, se ajustan a la nariz
con una barra metálica y cuentan con una ventana
transparente que permite visibilizar la boca;
aunque se especifica que son de uso no médico,
estos cubrebocas incluyentes ofrecen una
protección similar a la de las mascarillas
convencionales.
“Es una parte de inclusión para las personas
sordas, entender a los oyentes, por eso usamos
una mascarilla transparente para que la gente
pueda hablar y convivir con los sordos. Para que
sea una inclusión, pueden utilizar una
mascarilla transparente, para entender, leer los
labios”, finalizó Rafael.
Ahora el reto es promoverlos y generar
conciencia entre las personas oyentes porque son
ellas quienes, al utilizarlo, facilitan la
inclusión de las personas sordas. Mascarilla por
mascarilla, Adriana y Rafael buscan derribar las
barreras de comunicación y hacer de este, un
mundo más incluyente.
El Objetivo 10 de la Agenda de Desarrollo
Sostenible insta precisamente a este reto:
reducir las desigualdades para garantizar que
nadie se queda atrás.
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