Escrito por
Anayeli García Martínez
24 marzo, 2022
Ciudad de México.- Ahora que en México resurgen
propuestas legislativas y de políticas públicas
para proteger la “identidad de género” y relegar
el concepto de “mujeres”, feministas que han
contribuido a construir los derechos de la mitad
de la población invitaron a reflexionar las
bases del feminismo, un movimiento que no relega
a los grupos sociales sino que actúa en favor de
las mujeres y para acabar con la desigualdad
entre ellas y los hombres.
En un histórico encuentro entre expertas
feministas: la antropóloga Marcela Lagarde y de
los Ríos, la jurista Alda Facio Montejo, la
abogada Andrea Medina Rosas, la filósofa Amelia
Valcárcel, la política Angélica de la Peña y la
académica e investigadora Aimée Vega Montiel,
llamaron a no hacer distorsión teórica de dos
conceptos que han ayudado a explicar la
desigualdad estructural entre mujeres y hombres.
Reunidas en el foro “Aclaraciones necesarias
sobre las categorías Sexo y Género”, que este
jueves 24 albergó el Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH)
de la UNAM, las expertas detallaron cómo los
conceptos “sexo y género” han ayudado a generar
mecanismos jurídicos y políticos para fortalecer
el Estado y los derechos de las mujeres, por lo
que coincidieron en que se deben mantener para
no retroceder, pero también aseguraron que no se
debe caer en la trampa de pelear.
La abogada Aimée Vega Montiel, quien ayudó a
construir el reconocimiento de los derechos de
las mujeres en las leyes de telecomunicaciones
de México, expuso que el feminismo es un
movimiento que tiene tres siglos de historia y
que como fuerza conceptual y política ha
elaborado su crítica a partir de dos categorías:
“sexo y género”. En su momento, las panelistas
recordaron que el feminismo ha construido
alianzas con otros movimientos y por eso
promueve el respeto como eje fundamental.
En el actual contexto mexicano, donde hay
propuestas para reconocer la explotación sexual
como trabajo, los vientres de alquiler como
actividad altruista de las mujeres; o bien,
borrar el concepto “mujer” y sustituirlo por
“personas” en el texto constitucional, como se
pretendió en la Cámara de Diputados en 2021, la
académica precisó que: sobre la diferencia
sexual se construye la desigualdad estructural
entre mujeres y hombres.
“Ambas categorías críticas han sido
fundamentales para vislumbrar relaciones de
desigualdad entre mujeres y hombres y para
transformar al Estado. La categoría sexo ha
permitido demostrar la opresión de las mujeres.
Mientras que el género es el uso jurídico
reconocido internacionalmente para evidenciar la
desigualdad estructural”, dijo.
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“mujer” del texto constitucional
“La Mujer” es un mito
En un ejercicio para rescatar la historia y la
teoría del feminismo, así como redescubrir los
aportes de las mujeres, Marcela Lagarde, quien
es reconocida en México por ser una de las
redactoras de la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia, vigente
desde 2007, recordó que en síntesis “el
feminismo es la noción de que las mujeres son
personas”, una consigna presente hasta el día de
hoy.
La antropóloga refirió que la filósofa francesa
Simone de Beauvoir, autora del libro “El segundo
sexo”, publicado en 1947, dejó ver en las
páginas de aquella obra que sin sexo no hay
género, y además en su trayectoria reflexionó
sobre qué es ser mujer y cuáles son los
mecanismos para ignorarnos y hacer que no
existimos, tanto en el lenguaje y el enunciado,
como en la política.
Para esta pensadora, explicó Lagarde, las
mujeres son construidas para “ser para los
otros” y, ahora también se ha interpretado que
las mujeres son para defender causas, lo que nos
deja sumergidas en una causa –que si bien puede
ser libertaria– nos subsume, porque se nos exige
entrega inmediata.
La también etnóloga e investigadora aseguró que
Simone de Beauvoir refutó al médico y padre del
psicoanálisis Sigmund Freud, quien preguntaba:
“Qué quiere la mujer”. Sin embargo, a esta
pregunta, la francesa respondió diciendo que no
hay una “única mujer”, porque las mujeres somos
diversas y plurales, y nuestras diferencias
están en edad, sexualidad, casta, clase y otras
condiciones de vida.
“No quiere nada, simplemente no existe, es un
símbolo, reúne las diversas y estereotipadas
formas que cada sociedad, cada clase, cada etnia
y cada organización social define. La mujer no
es un ser, es un mito, una norma, unas
condiciones de vida. Quienes existimos somos las
mujeres, en plural, concretas, cinceladas
socialmente para ser y transcurrir y somos
únicas e irrepetibles. Y si tomamos nuestro
destino en nuestras manos podremos enfrentar
mucho mejor manera al orden patriarcal”, dijo.
Lagarde, autora de “Los cautiverios de las
mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y
locas” llamó a hacer un alto en la reflexión.
Señaló que hay que traer a la memoria que la
opresión de las mujeres está basada en el sexo:
“No solo somos biología, pero somos biología; no
solo somos psicología, pero somos psicología; no
sólo somos economía, pero lo somos”. Simone de
Beauvoir explicó el enfoque de género, pero no
lo nombró así, y a pesar de ello desarrolló esta
teoría que ha servido para crear legislaciones
en favor de las mujeres, dijo.
“Lo femenino” es expectativa social
En el foro, la filósofa y promotora de los
derechos de las mujeres como Derechos Humanos,
Amelia Valcárcel, se preguntó por qué el “sexo”
se ha vuelto tan problemático cuando hay lugares
donde es claro cuál es el “sexo” al que se le
prohíben derechos. Ejemplificó: En Afganistán el
gobierno Talibán permitió que las mujeres
accedieran a la educación media, pero después
decidió que ya no podrían hacerlo, por ser
mujeres, por su sexo.
La experta explicó que existen dos sexos (el
intersexo es una excepción que se presenta
dentro de un sexo), pero esta categoría se ha
vuelto problemática gracias al feminismo. “A
causa del triunfo del feminismo como explicación
verosímil en la dinámica en que los sexos han de
estar, la propia noción de sexo se ha vuelto
problemática”, consideró.
La española, quien fue consejera de Estado en su
país natal, detalló que las personas somos
animales, un tipo de primates, y por tanto hay
dos sexos: machos y hembras. El sexo, dijo, se
observa en las personas nacidas, pero no se
atribuye. En su disertación explicó que la forma
en que tratamos, criamos y educamos a las
personas, con base en el sexo: es el género.
La también catedrática continuó señalando que el
feminismo como pensamiento que nació en el Siglo
XVIII, en el periodo de la ilustración, explica
que lo “femenino” es un aprendizaje. Para
explicar esta idea mencionó que cuando Beauvoir
dijo “no se nace mujer” también dijo “le
llamamos mujer a lo que hay entre el varón y un
eunuco (lo que no es varón)”.
Recordando el pensamiento de otra pensadora, la
antropóloga Margaret Mead, la española dijo que
“lo femenino lo es por negación”. “El ser
masculino es propiamente el ser humano con todos
los atributos y si a ese ser le son restados
varios de esos atributos en eso consistirá el
ser femenino”. Es decir, en todas las culturas
las mujeres valen menos que los hombres.
Vivimos violencias diferentes
En este diálogo, necesario para que en las
políticas públicas que rigen la vida cotidiana
no se confunda “sexo” con “género”, la jurista y
promotora de la Ley de Igualdad Social en Costa
Rica, en los años 80, destacó que en el ámbito
internacional, en Naciones Unidas y en tratados
internacionales se ha usado “género” para
referirse a las mujeres, pero acotó: “nunca
imaginamos que iba a ser más bien un borrado de
las mujeres”.
Después de que Amelia Valcárcel propuso “poner a
descansar el concepto género”, es decir, dejar
de usar el término “género” y referirse a las
“mujeres” o al “sexo” como tal, la costarricense
señaló que la palabra “género” no tiene tantos
ataques o un sentido de menosprecio, por esa
razón se usa en instancias de política exterior.
“Todavía no se puede hablar de feminismo en
Naciones Unidas”, advirtió.
Aun así, Facio, quien promovió la justicia para
las mujeres en la Corte Penal Internacional,
destacó que las feministas han puesto sobre la
mesa la necesidad de que otros grupos que viven
violencia o discriminación sean protegidos por
instrumentos legales o tratados. Sin embargo,
incluir a esta población en los mecanismos
creados para las mujeres, como la Convención
Belém Do Pará, redactada en 1994, podría hacer
que un beneficio para un grupo discriminado
menoscabe a otro grupo.
Esto cobra relevancia considerando que las
mujeres apenas tenemos 29 años siendo
reconocidas como sujetas de derechos. En la
Declaración de Viena, de 1993, fue cuando las
mujeres comenzamos a existir en el derecho
internacional
La jurista también puso un ejemplo y destacó el
asesinato de Vicky Hernández, una mujer trans
que fue asesinada en Honduras, en 2009, y cuyo
caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. En este caso, un grupo de feministas
envió un documento al alto tribunal para pedir
que en su análisis se diferenciaran las
desigualdades estructurales entre mujeres y
hombres y los crímenes de odio que afectan a las
personas de la diversidad sexual.
Esta comunicación se hizo porque la demanda
feminista por reconocer la violencia contra las
mujeres, como el feminicidio, no niega las
violencias hacia otros grupos, pero destacó que
se ha distorsionado el “género” como sinónimo de
“sexo” o de “mujer”, lo que puede tener efectos
contrarios. Facio destacó que las personas trans,
bisexuales o intersexuales, son violentadas por
no ser hombres en el sentido patriarcal, pero no
por ello deben ser encasilladas como “mujeres”.
En ese sentido, la abogada y quien litigó a
nivel internacional un caso de tres asesinatos
de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua (caso
ocurrido en la década de los años 90 y que dio
origen al concepto jurídico de feminicidio a
nivel internacional), Andrea Medina Rosas,
expuso que el Derecho ha recogido los derechos
de las mujeres. “En todo el mundo a las mujeres
se les trata de manera desigual y se les
discrimina, con matices de acuerdo a cada
Estado, pero hay esa realidad. Entonces, los
sujetos que el Derecho toma en el concepto del
género son: hombres y mujeres”.
La litigante expuso que el Derecho familiar ha
reconocido las desigualdades que viven las
mujeres y por eso las ve como sujetas jurídicas,
pero destacó: “Si no somos precisas en qué
cambios queremos hacer de estas categorías, todo
eso puede ser afectado y lo podemos perder y hay
muchos grupos que esperan que perdamos eso”.
Además, expuso que el mundo jurídico no debe
reglamentar nuestra identidad, ni de las
mujeres, ni de ninguna persona.
Andrea Medina señaló que el Derecho no puede
centrase en autodefiniciones individuales, para
la abogada feminista, el género se vive en el
cuerpo vivo e histórico.
Otras ideas que Las estudiosas de la teoría
feminista destacaron fue que el cuerpo es la
base fundamental de la persona, la desigualdad
se vive sobre la diferencia sexual, como dijo
Marcela Lagarde. En tanto, Amelia Valcárcel
señaló: el género nos sirvió para nombrar la
desigualdad derivada de la diferencia sexual, el
feminismo lucha por ganar libertades públicas
individuales para las mujeres. A su vez Alda
Facio destacó la relevancia de diferenciar la
violencia basada en el sexo de la discriminación
por identidad de género.
Las panelistas expusieron que en las leyes se ha
usado el concepto “género” para construir los
derechos de las mujeres. Sin embargo,
mencionaron que hoy se está usando el “género”
para pasar por encima de las mujeres al no
nombrarlas. De ahí que llamaron a abrir el
diálogo, a escuchar a todas las voces sin
reproducir discursos de odio, a crear mecanismos
de protección y seguridad jurídica para mujeres
y para otros movimientos de la población.
22/AGM
https://cimacnoticias.com.mx/2022/03/24/repensar-las-categorias-sexo-y-genero-un-debate-necesario-en-el-feminismo
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