José de León Toral
saltó al ojo público hace 95 años, tras asesinar al
presidente electo Álvaro Obregón, creyendo defender el
culto católico en México. Con su fusilamiento, el 9 de
febrero de 1929, también comenzó el debate sobre su
figura, la cual ha intentado reivindicar el Centro de
Estudios Históricos que lleva su nombre, desde su
creación en el año 2000.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de
México, David Fajardo Tapia, es uno de los
investigadores que se han interesado en exprimir parte
de la documentación reunida por dicho centro, quien
compartió sus indagaciones en el Seminario Estudio del
Patrimonio Fotográfico de México, el cual es organizado
por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a
través del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) y el Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo).
Fajardo Tapia recordó que José de León Toral nació en el
albor del siglo XX, en Matehuala, San Luis Potosí, en el
seno de una familia de fuertes principios católicos.
Estos valores lo acompañaron en su traslado a la Ciudad
de México, con el propósito de perfeccionar su técnica
pictórica en la Academia de San Carlos.
En la capital, también inició sus nexos con el Club
Unión, donde entabló relación con los hermanos Miguel
Agustín y Humberto Pro, pero su filiación y
radicalización con el movimiento cristero, contrario a
la llamada Ley Calles (impulsada por este presidente),
la cual restringía severamente el culto católico en la
República, comenzó cuando ambos fueron ejecutados, sin
juicio previo.
De León Toral pasó a la historia como el magnicida de
Álvaro Obregón, el 17 de julio de 1928, durante un
banquete que este presidía en el restaurante La
Bombilla, al sur de la ciudad. Después del juicio y tras
su paso por distintas cárceles, se le sentenció a la
pena capital, siendo fusilado en la penitenciaría de
Lecumberri, a inicios de 1929.
En el encuentro académico, coordinado por los
investigadores del Sinafo, Daniel Escorza y Patricia
Massé, el historiador indicó que el Centro de Estudios
Históricos “José de León Toral” surgió en el centenario
del natalicio de este personaje, una iniciativa familiar
que ha permitido congregar documentos escritos,
fotográficos, pictóricos y objetos valorados como
reliquias, que están en proceso de ordenamiento.
Entre las fotografías se encuentran un álbum
conmemorativo, fotomontajes, postales, botones, retratos
en diversos formatos y algunas fotorreliquias. Resulta
de particular interés el álbum elaborado un año después
de la muerte del personaje, por Luis Billot, en 1930,
cuya portada reza: A la memoria de José de León Toral
que sacrificó todo por el reinado de Cristo Rey:
“Es llamativo que un par de días antes del asesinato del
presidente electo, José de León Toral visitó a su amigo,
Luis Billot, y le entregó varias fotografías y
documentos. A mi juicio, esta era una forma en que
pretendía ser, de alguna manera, reconocido
posteriormente, como lo había sido Miguel Pro”, dijo.
Cabe resaltar que el sacerdote jesuita Miguel Agustín
Pro fue el primer mexicano declarado mártir por odio a
la fe católica, y beatificado por el papa Juan Pablo II,
en 1988. No obstante, De León Toral corrió una suerte
distinta, pues la Iglesia adujo que al faltar al quinto
mandamiento (no matar), era imposible seguir la ruta de
su martirologio y beatificación, decisión que también
desligaba al clero del crimen político.
Fajardo Tapia, quien se ha especializado en el tema de
la violencia visual, a partir del papel de los medios
con relación al poder político, destacó que el álbum
citado es un documento activo, es decir, “que si bien se
hizo en 1930, todavía hace un par de años se le seguían
integrando fotografías, ya digitales.
“A su vez, tiene un carácter hagiográfico, como la
composición biográfica de un santo, un género que data
de los primeros años del cristianismo. Aunque la
compilación recupera muchas fotografías familiares,
estas funcionan para resaltar premisas alrededor del
personaje. Así, en la primera página, aparece en grande
un recorte de revista con el retrato de bebé de José de
León Toral, y en la esquina inferior, su imagen de pie,
frente al pelotón de fusilamiento.
“Es interesante cómo, al contrapuntear estas dos
imágenes, se plantea el inicio y el fin de una vida.
Todo ello, a través de la fotografía”, finalizó el
expositor en la conferencia virtual, transmitida por
INAH TV. |