29 Julio 2023
Derecho y prevención del delito
Durante 96 horas, las órdenes seguían llegando. Al
final, 287 personas habían muerto, 387 mujeres y
niños habían sido violados y trece aldeas del este
de la República Democrática del Congo habían sido
despojadas de cualquier sentido de normalidad.
El juicio de Ntabo Ntaberi Sheka fue el caso más
emblemático y complejo del que se había ocupado
nunca el tribunal de la provincia de Kivu Norte, y
sus actuaciones y sentencia final en 2020
constituyen un ejemplo convincente de cómo llevar
ante la justicia a un criminal de guerra.
Con motivo del Día de la Justicia Penal
Internacional, que conmemora cada 17 de julio la
adopción del tratado fundacional de la Corte Penal
Internacional, el Estatuto de Roma, Noticias ONU
analizó detalladamente un juicio que sirve como caso
de estudio para las naciones que imparten justicia
en todo el mundo.
El caso también ilustra la importancia del apoyo de
las operaciones de paz de la ONU a las instituciones
nacionales de justicia y seguridad.
Los crímenes: ’Una escala nunca vista’
El 30 de julio de 2010, miembros armados de la
milicia Nduma Défense du Congo (NDC) se desplegaron
por trece aldeas remotas de Walikale, el mayor
territorio de Kivu Norte, 150 kilómetros al oeste de
Goma, la capital de la provincia.
Situada en el interior de una gran selva ecuatorial,
la zona ha estado asolada por dos décadas de
conflicto, con una miríada de grupos armados que
luchan por el control de minas lucrativas, incluidas
las que extraen el mineral primario del estaño, la
casiterita.
Sheka, que entonces tenía 34 años, había dado las
órdenes. Sheka, que había sido minero, había fundado
un año antes lo que el fiscal militar jefe de Goma
denominó el grupo armado "más organizado" de la
zona, con unidades, brigadas, batallones y
compañías.
Durante cuatro días y cuatro noches, sus reclutas
cumplieron esas órdenes.
"Sheka no era un cualquiera", declaró a Noticias ONU
Nadine Sayiba Mpila, la abogada que representa a las
partes civiles en el caso. "Sheka cometió crímenes a
una escala nunca vista en la República Democrática
del Congo".
La letrada escribió cómo los soldados "masacraban a
la gente, ponían sus cabezas en estacas y se
paseaban por las calles de los pueblos para decir
que eso era lo que les esperaba si no denunciaban a
lo que él llamaba los enemigos".
El 2 de agosto de 2010, las milicias armadas habían
comenzado a ocupar totalmente las aldeas.
La orden de detención: En busca y captura por
crímenes de guerra
Los que pudieron, huyeron a un lugar seguro. Algunos
buscaron ayuda médica en una organización no
gubernamental cercana.
En dos semanas, las historias de los supervivientes
habían llegado a las autoridades. Los medios de
comunicación calificaron los ataques de "violaciones
masivas". La Misión de la ONU en el país, MONUSCO,
apoyó el despliegue de un contingente policial.
En noviembre de 2010, se inició una causa contra ese
señor de la guerra. Las autoridades congoleñas
emitieron entonces una orden de detención nacional
contra Sheka, y el Consejo de Seguridad de la ONU
incluyó su nombre en su lista de sanciones.
Con el mandato de proteger a los civiles y apoyar a
las autoridades nacionales, la MONUSCO puso en
marcha la Operación Valle del Silencio a principios
de agosto de 2011, ayudando a los residentes a
regresar de forma segura a sus hogares.
No queda más remedio que rendirse
Ntabo Ntaberi Sheka era ahora un fugitivo.
También conocido como la milicia Mai-Mai, la milicia
Nduma Défense seguía operando en la zona junto con
otros grupos armados.
"Acorralado por todos lados, ahora estaba
debilitado, y no tuvo más remedio que rendirse",
dijo el coronel Ndaka Mbwedi Hyppolite, fiscal jefe
del Tribunal Militar Operacional de Kivu del Norte,
que juzgó el caso de Sheka.
Se entregó el 26 de julio de 2017 a la MONUSCO, que
lo transfirió a las autoridades congoleñas, que a su
vez lo acusaron de crímenes de guerra, entre ellos
asesinato, esclavitud sexual, reclutamiento de
niños, saqueo y violación.
"Había llegado el momento de decir la verdad y
afrontar las consecuencias de la verdad", apuntó la
abogada Sayiba.
El juicio: 3000 pruebas
Antes del juicio, las fuerzas de mantenimiento de la
paz de la ONU ayudaron a construir las celdas de
detención que albergaban a Sheka y la propia sala
del tribunal donde se desarrollaron los
procedimientos durante dos años, con una pausa de
marzo a junio de 2020 debido al inicio de la
pandemia de COVID-19.
A partir de noviembre de 2018, el tribunal
examinaría 3000 pruebas y escucharía a 178 testigos
en 108 vistas.
Sus testimonios desempeñaron un papel clave, ya que
representaban el "último recurso" de la fiscalía
para demostrar que se habían cometido delitos,
afirmó Patient Iraguha, asesor jurídico principal de
TRIAL International en la República Democrática del
Congo, que ayudó a las autoridades con el caso.
Sin embargo, conseguir que las víctimas testificaran
supuso un gran reto, según los fiscales congoleños.
MONUSCO Ntabo Ntaberi Sheka durante el juicio.
Durante el juicio, Sheka se había "acercado a
ciertas víctimas para intimidarlas", poniendo en
peligro su voluntad de comparecer ante el tribunal.
Afortunadamente, un esfuerzo conjunto en el que
participaron la ONU y socios como TRIAL
International cambió la situación, explicó Sayiba.
El coronel Ndaka, por su parte, añadió que algunas
víctimas de violación también temían ser
estigmatizadas por la sociedad.
Se establecieron medidas de protección y las
autoridades judiciales pudieron reunir pruebas en
colaboración con la MONUSCO, que también formó a la
judicatura en procedimientos de derecho penal
internacional, lo que proporcionó al tribunal los
conocimientos suficientes para investigar
adecuadamente el caso, afirmó.
"Cuando las autoridades congoleñas tenían que ir al
terreno para investigar o escuchar a las víctimas,
estaban rodeadas por un contingente de la MONUSCO",
afirmó. "Las víctimas que sí comparecieron, lo
hicieron gracias al apoyo prestado por nuestros
socios".
El juicio de Ntabo Ntaberi Sheka se celebró en Goma,
República Democrática del Congo, entre 2018 y 2020.
MONUSCO El juicio de Ntabo Ntaberi Sheka se celebró
en Goma, República Democrática del Congo, entre 2018
y 2020.
Tonderai Chikuhwa, jefe de personal de la Oficina de
la representante especial del Secretario General de
las Naciones Unidas sobre la Violencia Sexual en los
Conflictos, recordó haber oído hablar de primera
mano de los crímenes.
"Los desgarradores testimonios que escuché de los
supervivientes en siete pueblos desde Kibua hasta
Mpofu, en Walikale, en 2010 están indeleblemente
grabados en mi mente", escribió entonces en las
redes sociales.
Los primeros testigos en comparecer ante el tribunal
fueron seis niños, y las víctimas testificaron hasta
julio de 2020.
"Tras su testimonio ante el jurado, Sheka se echó a
llorar", recordó la abogada Sayiba. "Las lágrimas de
un acusado son una respuesta. Creo que Sheka se dio
cuenta de que ahora estaba solo. Tenía que asumir la
responsabilidad de sus actos".
El veredicto: La justicia congoleña lo consiguió
El 23 de noviembre de 2020, el Tribunal Militar
Operacional condenó a Ntabo Ntaberi Sheka a cadena
perpetua.
"Esto supone un importante paso adelante en la lucha
contra la impunidad de los autores de reclutamiento
de niños y otras violaciones graves", escribió el
Secretario General de la ONU sobre el caso en su
informe sobre los niños y los conflictos armados en
la República Democrática del Congo.
Sin embargo, en 2022, el país registró el mayor
número del mundo de casos de violencia sexual
relacionada con el conflicto, según declaró
recientemente su representante especial sobre el
tema ante el Consejo de Seguridad de la ONU, al
presentar el último informe al respecto.
"Debemos actuar urgentemente, y con determinación
sostenida, para salvar de este azote a las
generaciones venideras", afirmó Pramila Patten,
añadiendo que "demasiadas" mujeres con las que se
reunió durante una visita en junio al país
"subrayaron el riesgo diario de sufrir violencia
sexual mientras llevan a cabo actividades de
subsistencia".
Sayiba acogió con satisfacción la condena de Sheka,
calificándola de "ejemplo formidable que demuestra
que ningún individuo, por poderoso que sea, es
inmune a rendir cuentas por esas violaciones".
De hecho, el juicio envió "un gran mensaje", dijo
Sayiba, añadiendo que el veredicto era "una garantía
para las víctimas, que ahora podían ver que sus
testimonios no eran en vano".
El veredicto fue "un motivo de orgullo para mí, para
mi país, para la justicia congoleña", sostuvo el
coronel Ndaka.
En la actualidad, la ONU sigue apoyando los
esfuerzos para acabar con la impunidad en el país,
incluso con la ayuda del Equipo de Expertos de la
ONU sobre el Estado de Derecho y la Violencia Sexual
en los Conflictos, y en la República Centroafricana,
Mali, Sudán del Sur y otras naciones. En Kivu del
Norte, la Fiscalía se amplió en junio al Tribunal de
Paz de Goma con el apoyo de las Naciones Unidas.
Ntabo Ntaberi Sheka, que ahora tiene 47 años,
continúa su condena a cadena perpetua en un centro
de la capital, Kinshasa.
"El hecho de que Sheka fuera juzgado y condenado es
una prueba de que el estado de derecho existe y de
que no se puede quedar impune cuando se han cometido
los crímenes más graves y abominables", declaró el
coronel Ndaka. "La justicia congoleña pudo hacerlo,
con voluntad, determinación y medios. Pudo hacerlo,
y lo hizo". |