03 de julio de 2022

 

Sor Juana y la virreina María Luisa: una historia de adoración entre mujeres

 

Escrito por Diana Hernández Gómez

02 julio, 2022

“Es verdad que dice San Pablo que las mujeres no enseñen;
pero no manda que las mujeres no estudien para saber”.
Respuesta a Sor Filotea, Sor Juana Inés de la Cruz

Cualquiera que haya escuchado sobre Sor Juana Inés de la Cruz probablemente conoce la supuesta historia de amor entre la poeta y la virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, también conocida como la “condesa de Paredes”. Sin embargo, de acuerdo con la doctora en Filología Rocío Olivares Zorrilla, esta historia en realidad es la de dos mujeres cuyo intelecto y cariño mutuo les abrió paso en la cultura de su época.

Para Olivares Zorrilla, especialista en la obra de Sor Juana, la virreina María Luisa provenía de una familia de mujeres aficionadas a las artes y la literatura. Por eso, cuando llegó a la Nueva España se interesó de inmediato en la obra de Sor Juana, quien para ese entonces ya gozaba de cierto renombre en la sociedad.

Por su parte, Sor Juana atrajo la atención de la virreina con el Neptuno alegórico, una obra en prosa con la que celebró la llegada de María Luisa Gonzaga y el virrey Tomás de la Cerda a la Nueva España. “En esta obra hay toda una referencia al mundo egipcio, la cual tiene que ver con el hecho de que la familia Gonzaga poseyó una tabla consagrada a la diosa Isis”, relata la doctora Olivares.

Desde entonces, la virreina se convirtió en una de las principales impulsoras de la obra de la monja, cuyo nombre real es Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana. El interés de María Luisa por la poeta fue tal que incluso publicó tres tomos de sus obras, entre los que se encuentra la Inundación castálida (Madrid, 1689).

La monja y literata correspondió a Lisi –como llamaba a la Condesa de Paredes– con loas, el Romance decasílabo y muchos más poemas como ese del que se desprenden estos famosos versos:

¿Qué hay detrás de los versos de Sor Juana?
Para la doctora Rocío Olivares es muy importante recordar que la poesía de Sor Juana está repleta de recursos propios del trabajo poético de su tiempo. Uno de estos recursos es el endiosamiento de la mujer, el cual proviene de la herencia del poeta italiano Francesco Petrarca.

De hecho, los versos anteriores son un claro ejemplo de ello. Como explica la filóloga, la mujer endiosada en las obras petrarquistas es una belle dame sans merci, una mujer hermosa sin misericordia que no corresponde al amor del poeta.

Por otro lado –apunta la especialista–, en esta tradición poética no era raro que el poeta se pusiera en lugar de la mujer. De ahí que sea posible que Sor Juana, con la visión revolucionaria que tenía para su época, haya decidido innovar este aspecto poniéndose en el lugar del poeta varón para dirigir sus versos a Lisi.

A pesar de ello, es innegable que Juana de Asbaje mantuvo una relación cercana con la virreina María Luisa durante cerca de ocho años. En este tiempo, la obra de la escritora y religiosa cobró mayor relevancia que la de otros poetas como Carlos de Sigüenza y Góngora.

No obstante, la fama de Sor Juana también fue impulsada desde antes, con la marquesa Leonor María de Carreto. De acuerdo con Olivares Zorrilla, Leonor María también fue protectora de la joven poeta, quien a los 15 años asombró a la marquesa con su intelecto, una característica que necesitaba potenciar más allá de las reglas de su época.

Los conventos y las Sor Juanas
Según la doctora Rocío Olivares, para Sor Juana “estar obedeciendo a un marido y ocuparse de una casa no era una opción”, así que decidió entrar a un convento. Aquí, la joven poeta tenía tareas como dedicar tiempo a la oración y su vida en comunidad; además, a veces hacía de tesorera y maestra de música.

Tenía que aprender de todo y hacer lo suyo, que era leer y escribir, en sus tiempos libres. Incluso, algunas superioras le ordenaban que no leyera, pero no había manera de que ella se alejara de su afán de conocimiento.

ROCÍO OLIVARES ZORRILLA
Pero este caso no es único en la historia. De acuerdo con la filóloga, los conventos eran espacios donde las mujeres podían desarrollar su intelecto libremente; otro ejemplo de ello es el caso de Amarilis, una poeta peruana de la que, sin embargo, se conoce muy poco.

También había mujeres como María Estrada de Medinilla, quien –se sospecha– era nieta de un regidor. “Las mujeres nobles y de familia acomodada podían darse ese privilegio”, aclara Rocío Olivares; esto, claro, si no las obligaban a casarse o si el esposo estaba de acuerdo con ello.

Desafortunadamente, no se conserva mucho del trabajo de estas poetas. La especialista afirma que, en el caso de Sor Juana, el apoyo de la virreina María Luisa fue esencial para que sus letras no se perdieran.

En la actualidad hay series y películas que romantizan la relación entre estas dos mujeres, mientras que su correspondencia sigue perdida y no hay testimonios para confirmar o negar el romance. Sin embargo, algo es evidente: su amistad y cercanía alimentó el desarrollo intelectual de ambas en una época en la que no era común para las mujeres.

“La defensa de las artes y las letras le venía en las venas a la virreina”, asevera Rocío Olivares. A Sor Juana, esta defensa le trajo la inmortalidad.
 

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