Caborca, Son.- Al Pueblo Viejo
de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca le llaman
“La perla del desierto de Altar”. Hoy es el primer cuadro de la
zona sur de una ciudad de más de 80 mil habitantes, quienes en
su identidad conservan el legado de la ruta misional del Padre
Kino.
La Misión de Caborca se divisa recién encalada en un blanco
limpio. Es el corazón de un paisaje de tierra sepia que
contrasta con los cielos morados del atardecer, y en marzo y
abril, en plena época de seca, se pinta de amarillo intenso por
la floración del palo verde, “las jacarandas de Sonora”.
Este 4 de abril, tuvo lugar un acto histórico en el templo de la
Misión de Caborca: la Secretaría de Cultura federal, a través
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
entregó a la población la pila bautismal del siglo XVIII con la
que, por lo menos durante 200 años, principalmente en el siglo
XIX, se habrían bautizado sus antepasados, en una región llamada
Pimería Alta, donde el padre Eusebio Francisco Kino, a través de
las misiones establecidas entre 1687 y 1694, inició el proceso
de evangelización a lo largo del noroeste de Sonora, en México,
y en el sur de Arizona, en Estados Unidos.
En fecha desconocida, la pila bautismal salió del país, con su
aspersor de agua, elaborado en el siglo XIX. Pasaron 16 años
desde que, en 2006, a raíz del proyecto de restauración del
templo, la comunidad advirtió que en el bautisterio debía estar
una pila en forma de flor, y comenzó su búsqueda. La pieza había
sido recobrada a 220 kilómetros de Caborca, del otro lado del
río Grande, en los Estados Unidos. Luego de varias ubicaciones,
se supo que la Sociedad Histórica de Arizona (AHS, por sus
siglas en inglés) la resguardaba en perfecto estado.
En un gesto de buena voluntad de la AHS, y como resultado del
interés del gobierno de México por recuperar el patrimonio
cultural, a través de un convenio con el INAH y la Diócesis de
Nogales, se acordó el regreso de la pila bautismal a territorio
nacional, para su resguardo y exhibición en su lugar de origen:
el Templo de la Purísima Concepción de Caborca, luego de su
exhibición en la muestra La Grandeza de México.
En un acto sencillo, pero de gran significado, este lunes, la
pila bautismal y su aspersor de agua fueron entregados a la
comunidad de Caborca. En representación de la Secretaría de
Cultura federal y del INAH, el director del Centro INAH Sonora
firmó el acta de entrega. Destacó que la pila bautismal es una
pieza única del noroeste del país y de entre los objetos
históricos ligados a las misiones de la Pimería Alta, por sus
características: forjada en cobre y pintada a mano, de forma
oval y diseño a manera de flor, con ocho grandes pétalos verdes
y naranjas en su tapa, y con pintura blanca en su cuerpo
exterior. Su aspersor también fue elaborado a mano, en cobre,
durante el siglo XIX, con asa para facilitar su uso durante las
actividades rituales.
Las misiones de la Pimería Alta son relevantes por su diseño
arquitectónico y constituyen uno de los patrimonios culturales
más ricos del noroeste de México, porque a ellas están ligadas
expresiones intangibles relacionadas con las fiestas patronales,
como la música, la danza, las cabalgatas y las peregrinaciones,
así como festividades indígenas e interculturales, aún vivas en
los pueblos de la región. Por eso, es importante considerar que
el significado de esta recuperación está ligado a la forma como
las comunidades aprecian y viven su patrimonio.
Por historia oral se sabe que, en la antigua Misión de Caborca,
la pila bautismal se usó principalmente en el siglo XIX, pero se
desconoce la fecha exacta en que llegó. Tampoco hay detalles
sobre dónde fue elaborada y cómo se llevó hasta la Pimería Alta.
Ahora, su regreso abre la posibilidad de su estudio.
La pieza histórica fue recibida por el Obispo de Nogales,
monseñor José Leopoldo González González, quien advirtió el
momento como histórico, y reiteró la importancia de que la
Iglesia trabaje conjuntamente con el INAH en la recuperación y
conservación del patrimonio histórico de carácter litúrgico.
El director ejecutivo de la AHS, David Breeckner, señaló que
durante muchos años la herencia de las y los mexicanos se la han
llevado diversas personas, pero hoy “me siento satisfecho que el
trabajo del historiador derive en el regreso de un objeto
histórico a su lugar de origen, donde recupera identidad y
contexto”.
Para el presidente municipal de Caborca, Abraham Mier Nogales,
la bella flor de cobre representa la esperanza de que los
objetos históricos regresen al lugar al que pertenecen.
La señora Gloria Elena Santini, iniciadora de la búsqueda de la
pila, en representación del Patronato de la Misión de Caborca,
recordó los años de gestiones para recuperar la pieza, lo que
por fin se consiguió con el acompañamiento del gobierno federal.
“Vi la pila bautismal hace 16 años, en las bodegas de la
Sociedad Histórica de Arizona, perfectamente resguardada,
impecable, pero aquí en Caborca parece que cobra vida, se ve
hermosa y perfectamente integrada a la arquitectura del templo.
Aquí se entiende su diseño de flor y luce completa en su
contexto”, así agradeció a todas las instituciones que
coadyuvaron a la comunidad caborquense en la recuperación de sus
bienes culturales, y envió un mensaje a otras comunidades que
estén en busca de su patrimonio perdido: que no desistan. “Puede
llevar tiempo, pero vale la pena”.
Las piezas de cobre fueron colocadas en el pequeño bautisterio
del templo, bajo los protocolos de seguridad y en las
condiciones de conservación necesarias. Los visitantes podrán
verla los sábados y domingos, de 3:00 a 7:00 de la tarde. |